Tesla, los robotaxis y el agro

El 22 de junio de 2025, Tesla dio un paso clave hacia el futuro de la movilidad al lanzar oficialmente su primer servicio de robotaxis autónomos en la ciudad de Austin, Texas. Este servicio piloto, que se implementa con unidades del Model Y equipadas con el sistema Full Self-Driving (FSD), permite a usuarios seleccionados realizar viajes sin conductor al volante, aunque por el momento con un supervisor humano a bordo.

El programa se desarrolla en un área geográfica delimitada y opera entre las 6 de la mañana y la medianoche. La flota inicial está compuesta por entre 10 y 20 vehículos, y los viajes tienen un valor promocional de 4,20 dólares.

El lanzamiento marca un cambio estratégico profundo en la visión de Tesla: dejar de ser solo una automotriz para convertirse en proveedor de servicios de transporte autónomo. Con este movimiento, Tesla abre un nuevo frente de competencia en la carrera por liderar la movilidad del futuro.

Traemos este caso porque una de las lecciones más poderosas que aprendimos en los 24 programas de transformación que realizamos en Silicon Valley es que, en un mundo exponencial, no podemos mirar el pasado para entender el futuro. Debemos buscar las señales que nos llegan desde adelante en el tiempo, dibujar escenarios y llevarlos a un extremo: ¿cómo impactaría esto en mi negocio? ¿Lo amenaza? ¿Lo potencia?

Los robotaxis de Tesla son una de esas señales. No se trata simplemente de autos autónomos: es la evolución radical de un modelo de negocio tradicional. Tesla deja de ser solo un fabricante de autos para convertirse en operador de una red de movilidad bajo demanda. Ya no vende unidades, sino que a partir de los autos que fabrica ofrece movilidad como servicio, sobre una infraestructura autónoma y escalable. Lo que hace es reemplazar productos por plataformas. Y eso cambia todo.

Este avance no ocurre de un día para otro ni está exento de errores. Pero representa un grado superior de una tecnología ya existente, que está más cerca que nunca de escalar globalmente.

La automatización, en este contexto, se convierte en el gran catalizador de eficiencia. Permite reducir costos operativos al mínimo, evitar desperdicios, eliminar errores humanos y ejecutar procesos repetitivos con precisión milimétrica. En el agro, esto significa usar solo el insumo necesario, en el lugar exacto, en el momento justo. En la industria, implica operar con menos intervención humana, en menos tiempo, y con resultados más consistentes. Y además, poder tener a todos los involucrados en el proceso informados en tiempo real para que cada uno pueda ajustar sus propios procesos.Todo eso es eficiencia pura.

Pero más allá de lo técnico, la automatización ya no es solo una mejora: se convierte en el corazón de nuevos modelos de negocios y estructuras operativas. Habilita transformaciones profundas en cómo se crea y se captura valor. Así como Tesla podría dejar de vender autos para alquilar kilómetros autónomos, ¿podría una empresa metalmecánica dejar de vender maquinaria y empezar a ofrecer horas de trabajo automatizado por hectárea, por ciclo o por campaña? ¿Podríamos tener «robotractores» por demanda o plataformas de cosecha autónoma compartida?

Peter Diamandis, fundador de Singularity University, sostiene que para innovar no hay que pensar fuera de la caja, sino achicar la caja. Es decir, restringir los recursos. Porque es en la escasez donde nace la verdadera creatividad. Y creemos que justamente en eso estamos: ante restricciones de costos, financiamiento, tiempos y mano de obra, nos enfrentamos a una oportunidad única de repensar cómo operamos y cómo creamos valor.

En este momento desafiante para el agro, la industria y el país, la automatización no es solo una herramienta de eficiencia. Es una estrategia para reinventarse. Para dejar de competir solo en precios y comenzar a competir en inteligencia, en diseño de modelos, en valor agregado.

Las señales del futuro están ahí. La diferencia la marca quien se anima a interpretarlas antes de que sean inevitables. 

Te invitamos a tomar 15 minutos y responder estas preguntas con tu equipo o asesores de confianza. No se trata de tener todas las respuestas hoy, sino de abrir la conversación correcta.

El futuro no espera. Pero sí recompensa a quienes lo leen antes que los demás.