¿Para qué escribí Agro 10X? – Federico Mayer

Escribí Agro 10X porque necesitaba abrir un diálogo ordenado, estructurado y honesto con la comunidad a la que pertenezco.

Durante años viajé y vi cosas que me impactaron profundamente. Vi ecosistemas donde las empresas funcionan como verdaderas plataformas de sueños: espacios donde las personas pueden proyectarse, aprender, equivocarse, crecer y vincularse con el mundo. Vi oportunidades enormes creadas a partir del uso inteligente de herramientas que hoy están disponibles al alcance de la mano.

Y cada vez que volvía a la Argentina, algo me incomodaba.

No era falta de talento.
No era falta de recursos.
No era falta de oportunidades.

Era ver cómo, año tras año, íbamos perdiendo plataformas de sueños, especialmente en el interior. Empresas que no nacen, empresas que no crecen, empresas que desaparecen. Y con ellas, desaparecen también las oportunidades para los jóvenes.

Esa dinámica tiene una consecuencia clara: los jóvenes migran a las grandes ciudades o al exterior, las localidades se vacían, nos vamos envejeciendo como sociedad y se rompe el vínculo entre territorio, trabajo y futuro.

Mi angustia —mi dolor, mi incomodidad— nacía de ahí. Yo veía oportunidades que otros no veían y entendía que, si no ayudábamos a verlas, no las íbamos a poder tomar. Y si no las tomábamos, no íbamos a cambiar esta dinámica.

Ese es el origen del libro.
Ese es el para qué de Agro 10X.

¿Dónde está la oportunidad? Esta aparece cuando miramos el mundo con otros ojos.

El sistema industrial lineal sobre el que se organizó el mundo durante los últimos dos siglos —ese sistema que extrae, produce, consume y descarta sin mirar formas ni costos— está agotado. Ese modelo nos permitió vivir como vivimos, pero también llevó a poner en jaque los límites planetarios.

No podemos seguir consumiendo de la manera que consumimos.
No podemos seguir viviendo de la manera que vivimos.

Va a emerger una nueva forma de organizar la economía y la sociedad, y esa nueva forma va a tener que estar alineada con la vida.

Cuando uno entiende esto, ocurre algo importante.

Quienes formamos parte del agro, del ecosistema agro-bioindustrial, somos gestores de vida. Trabajamos con fotosíntesis, con ciclos biológicos, con regeneración, con captura de carbono. Nuestro negocio, en esencia, es la vida.

Entonces, si cambiamos la manera de ver el mundo, podemos vincularnos con la sociedad de una forma muchísimo más poderosa. No solo para alimentarla, sino para proveerle muchos de los bienes que necesita: energía, materiales, insumos industriales, transporte, calefacción y fabricación de cosas.

Las herramientas para hacerlo ya están disponibles. Hoy contamos con herramientas que nos permiten gestionar el software de la vida como nunca antes. Biotecnología, datos, inteligencia artificial y plataformas digitales amplifican nuestra capacidad de comprender y optimizar los sistemas biológicos.

No se trata de dejar de hacer lo que hacemos.
Se trata de potenciarlo, y Y además, de hacer cosas nuevas.

Si nos organizamos acorde a esta época, podemos producir de manera masiva, capturando dióxido de carbono, y sustituir muchos de los bienes que hoy provienen del mundo fósil por soluciones biológicas.

Esta es la segunda parte de la película. Hoy el mundo no está solo sufriendo cambios. Lo que está cambiando es la forma en la que la sociedad se está organizando. Emergió entre nosotros un nuevo lenguaje que nos permite un nuevo orden, mucho más eficiente que el anterior. Y esto nos cuesta verlo. Las herramientas digitales que se están creando, son para este nuevo orden. Es por eso que cuando las queremos aplicar en el orden viejo nos resultan poco atractivas o sin sentido.

Porque lo que todavía no cambió lo suficiente es nuestra manera de mirar. Si logramos hacer este cambio, podemos  hacer más empresas atractivas y desde allí, a vincular nuestras localidades con el mundo. Podemos ofrecerles a nuestros jóvenes desafíos reales y globales sin obligarlos a emigrar definitivamente. Tal vez se vayan, se formen y se conecten, pero puedan volver.

Si logramos entender esto y organizarnos para que ocurra, podemos plantearnos lo que en otros ecosistemas llaman un moonshot.

Un moonshot es una empresa un objetivo ambicioso que ordena esfuerzos, talento y recursos para impactar en el mercado en un factor de 10 veces

En el caso del agro, el moonshot es producir diez veces más valor que el que producimos hoy. No trabajando diez veces más, sino pensando distinto.

Ese 10X surge de algo concreto:
– producir el doble,
– aprovechar el 100% de la biomasa que generamos (hoy, por ejemplo, el índice de cosecha del maíz ronda el 50%),
– y transformar todo ese doble de biomasa en alimentos, energía, materiales y soluciones que el mundo necesita.

Ese es el desafío que propone Agro 10X.
Ese es el diálogo que quise abrir.

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