IA: de la promesa a la herramienta que redefine la producción y los negocios

 IA: de la promesa a la herramienta que redefine la producción y los negocios

La inteligencia artificial generativa ya no es un experimento: impulsa inversiones récord, reorganiza empresas y promete transformar la productividad global. En el agro, su potencial pasa por datos, infraestructura y capacitación para potenciar la toma de decisiones y la eficiencia de toda la cadena.

La AI desde  Silicon Valley
En 2025 la inteligencia artificial dejó de ser una promesa para convertirse en una fuerza que ya está transformando industrias enteras. Los nombres de la IA generativa como ChatGPT-4 y 5, Claude o Gemini se volvieron parte del vocabulario cotidiano y pasaron de la curiosidad tecnológica a herramientas que escriben, programan, analizan datos o crean diseños en segundos. No es exagerado decir que están multiplicando la capacidad humana de producir y decidir.

El efecto se nota también en los números. Las inversiones globales en IA superarán este año los 200.000 millones de dólares y los grandes fondos de capital reacomodan sus carteras para capturar esta ola. Empresas como Meta, Google o Microsoft están destinando cifras inéditas: solo Meta invertirá entre 60.000 y 65.000 millones de dólares en 2025 para ampliar su infraestructura y su capacidad de cómputo. El entusiasmo no viene sin ajustes: gigantes como Oracle, Amazon o Google recortaron miles de puestos de trabajo. Es fácil culpar a la IA, pero la realidad es que estamos viendo una reorganización profunda hacia modelos más automatizados y eficientes.

Los estudios de McKinsey y PwC proyectan que la IA podría generar 15 billones de dólares adicionales para la economía mundial de aquí a 2030. Parte de ese impacto se explica por ahorro: producir lo mismo con menos recursos, tiempo y costos. Pero la fracción más transformadora será nueva riqueza: productos, servicios y mercados que hoy no existen. Y cuando miramos con una lente sistémica, los beneficios potenciales no se limitan a la productividad interna de las empresas: también hay ahorros en logística, en costos ocultos de la cadena y en reorganizaciones estructurales que, bien implementadas, deberían derramar beneficios sobre todos los actores —desde proveedores y distribuidores hasta consumidores finales—. Hablamos de cadenas más sincronizadas, con menos desperdicio, menos fricciones y más valor compartido.

La IA en el agro. Inteligencia Aumentada

En el agro, esta ola tecnológica viene a potenciarnos. Es inteligencia aumentada que nos aumenta la capacidad de análisis y decisión. Esto puede significar detectar plagas o enfermedades antes de que se propaguen, ajustar riego y fertilización en tiempo real, proyectar rendimientos y precios con mayor precisión o automatizar maquinaria que adapte su trabajo según el estado del suelo y el clima. Ya existen aplicaciones concretas que se pueden usar hoy: monitoreo de cultivos con drones y visión computarizada, optimización de insumos ajustando dosis a cada cm2, o gestión comercial y financiera para elegir el mejor momento de venta según proyecciones de mercado.

Pero esto no se hace solo. Para que esto ocurra hacen falta tres ingredientes fundamentales: datos, infraestructura y capacitación.

Datos.Generamos toneladas de información cada día: humedad del suelo, rendimiento por parcela,información meteorológica, precios de mercado, imágenes satelitales, telemetría de la maquinaria…. Pero de nada sirven si no se recolectan de manera ordenada y confiable. Un ejemplo concreto: Una cosa era tener balanzas en las monotolvas y otra tenerlas disponibles en un tablero de gestión para saber que ocurre minuto a minuto en cada màquina que se està cosechando de manera que los movimientos de camiones. Sin datos precisos, la inteligencia artificial se convierte en una adivinanza cara.

Infraestructura. Tener datos sin la capacidad de transmitirlos y procesarlos en tiempo real es como tener una biblioteca sin luz. Hablamos de conectividad rural estable, sensores bien calibrados, drones, maquinaria con sistemas integrados y plataformas seguras para el almacenamiento. Por ejemplo: un tambo que transmite datos de temperatura, calidad y volumen de leche directamente a la planta procesadora, permitiendo ajustar rutas de recolección y reducir tiempos de traslado. Internet satelital, Soluciones con antenas de celulares, RedesLORA, solucionan la conectividad. Para el almacenamiento, el procesamiento y la seguridad hay muchos proveedores. Lo que ya no hay, son excusas.

Personas:. La tecnología es tan buena como la gente que la usa. Equipos preparados para interpretar datos, hacer las preguntas correctas y tomar decisiones basadas en evidencia son la clave. No se trata solo de “enseñar a usar un software”, sino de cambiar la cultura de trabajo, Esto tiene impacto directo en la manera que nos organizamos y como trabajamos. Un ejemplo claro: un grupo de técnicos que, después de una capacitación en análisis de datos climáticos, logra reducir en un 20 % la aplicación de fungicidas porque aprende a leer patrones de riesgo en vez de aplicar por calendario. 

Para esto es indispensable un liderazgo que acompañe instalando la infraestructura adecuada, y fomentando una cultura que promueva la experiemntaciòn, como clave para fomentar al desarrollo de las personas y los equipos de trabajo. Es fàcil decirlo. Pero hay que hacerlo.

La inteligencia artificial ya está transformando la forma en que vivimos. En el agro, puede marcar la diferencia entre un productor que solo reacciona y uno que se anticipa. La pregunta no es si la ola de la IA llegará al campo, sino si estaremos listos para surfearla y compartir sus beneficios, o ser arrastrados por ella.