Cómo salir del laberinto de datos

Cuando éramos chicos, muchos de nosotros disfrutábamos de esos juegos de laberintos que nos daban nuestros padres para entretenernos. Con el tiempo habíamos aprendido un truco: si empezábamos desde la salida, encontrábamos el camino mucho más rápido que si lo iniciábamos desde la entrada.

Quienes hoy tomamos decisiones en el agro muchas veces sentimos algo parecido. Nos percibimos atrapados en un laberinto. Nos rodean los datos, nos presiona el ambiente para usarlos, para sacarles provecho… y sin embargo, muchas veces nos sentimos frustrados. Tenemos un océano de datos, pero pocas respuestas. La pregunta es: ¿cómo hacemos para salir de este laberinto mejorados, más sabios?

Tal vez nos confunda un modelo que plantea:

 Datos → Información → Conocimiento → Sabiduría.

  • Datos: son registros crudos, como “35 mm de lluvia”.
  • Información: esos datos en un contexto de toma de decisiones por ejemplo, “35 mm en el lote 8 en 24 horas, un 15 de septiembre en Marcos JUárez con el perfil cargado de humedad, a punto de largar la siembra.
  • Conocimiento: entender qué implica apurarse o atrasarse, cuando tengo humedad suficiente y tiempo.
  • Sabiduría: Poder tomar la decisión con conocimiento de qué variables son manejables y de las que no.

Nuestra expectativa natural, o la idea que compramos, es que cuantos más datos tengamos, más sabios nos volveremos. Entonces buscamos herramientas que nos ayuden a crear más escenarios, No ofrecen nuevas aplicaciones con más datos que generan nuevos datos y en consecuencia la realidad nos golpea: nos sentimos desbordados, mareados, frustrados. ¿Qué está fallando?

La falla no está en los datos. Está en el planteo. Queremos comenzar desde los datos, o desde las herramientas que nos traen datos. Queremos entrar por la puerta del laberinto, cuando desde chicos sabemos que los laberintos se resuelven desde el final.

En este caso, el final es preguntarnos: ¿cuál es el problema que quiero resolver?
Una vez que conozco la respuesta, analizaré cuál es la información que debería tener para resolver ese problema, para finalmente plantear con qué datos debo construir esa información. Y ahí sí, ir a buscar solo los datos que necesito.

Porque cuando logramos escribir con claridad cuál es el problema que queremos resolver, el camino se ordena solo. La información que necesitamos aparece, y los datos dejan de ser ruido para convertirse en señales.